Reflexiones desde Rectoría: Oh libertad que perfumas las montañas de mi tierra

Simón Bolívar, decía que: “La libertad es el único objetivo digno del sacrificio de la vida de los hombres”. Durante estos días celebramos dos fechas que tienen que ver con ese tema. La Independencia de Colombia el 7 de agosto y la Independencia de Antioquia el 11 de agosto. Estas conmemoraciones nos recuerdan cada año, que la lucha constante del ser humano por ser libre de ataduras, lo acompañará hasta el final de sus días.

No hay batalla necesaria si no se obtiene la victoria. Nuestra historia ha estado signada por acontecimientos que nos relatan las gestas de nuestros próceres por alcanzar la emancipación de todos. Ellos han entregado hasta su vida por alcanzar el objetivo de vernos libres y soberanos, así no les haya alcanzado el tiempo para disfrutar de esos privilegios.

Nada de lo que hemos logrado sería posible, si la decidida acción de nuestros antecesores, no hubiera culminado con un grito ahogado de libertad, escuchado por valles y montañas como un pregón que anunciaba una nueva realidad. La pregunta que nos debemos hacer ahora, es si hemos honrado ese esfuerzo descomunal, manteniendo viva la llama de la libertad en nuestros corazones. Reconociendo que se es libre hasta que se cruza la frontera de otra persona.

Los acontecimientos que hemos vivido con dolor en los últimos meses en nuestra patria, donde equivocadamente, se trata de arrebatar la libertad de otros para conseguir la propia, no es precisamente el camino que nos señalaron nuestros héroes. Ellos no se agazaparon en escudos improvisados, ni en máscaras que ocultaban su identidad, para invadir a piedra, palos y fuego los bienes de los demás. Tampoco tuvieron necesidad de atravesarse en los caminos para asfixiar la incipiente economía y hacer del caos el pan de cada día.

La enseñanza suprema de las gestas por la independencia, es precisamente el respeto por la autoridad y las leyes, creadas justamente por una sociedad que busca tener libertad y orden. Agrediendo a los representantes de la institucionalidad, inspirados por sectarismos que siempre serán extremos e irracionales, no consolidaremos nunca la verdadera libertad. La violencia esclaviza al ser humano, porque hace que vea a todos como sus enemigos. Además nos lleva a que colectivamente nos equivoquemos y terminemos pisoteando los derechos humanos.

Nuestros líderes de antes estaban revestidos de grandeza, así la historia sea justa con unos e implacable con otros. Muchos de nuestros líderes de ahora, solo son siervos de su propia arrogancia y de su voracidad por todo tipo de poder. Son guías que no conocen el camino, no reconocen el destino y nos están llevando a un despeñadero colectivo. Ellos mancillan con sus retorcidos propósitos, la memoria de quienes nos dieron la libertad. Tratan de manipular nuestras conciencias para que nos sintamos libres a pesar de las rejas que nos encierran.

El himno de Antioquia, letra del poeta Epifanio Mejía, habla en todas sus estrofas de la libertad, como aquella que dice: “Yo que nací altivo y libre sobre una sierra antioqueña llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa.” Libertad que se esparce como perfume por las montañas y que debe impregnar a todos los que con orgullo nacimos en estas tierras contempladas por la mirada de Dios. La libertad no es una posesión de pocos y un anhelo de muchos; es el patrimonio inmaterial de la vida de todos.

Para ser libres, debemos tener acceso a una educación con calidad que nos proporcione las herramientas para ejercerla. El político francés Maximilien Robespierre, decía que: “El secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantenerlos ignorantes.”

Libardo Álvarez Lopera
Rector