Luciérnaga audiovisual - Revista académica semestral - Número inaugural - Año I - Octubre 2008 - Marzo2009
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Las biografías como parcelas de la construcción mediática

Kathya Jemio Arnez

RESUMEN
Por la cotidianidad del género biográfico los ejes centrales de esta revisión bibliográfica se ocupan de éste y de su espacio mediático, de la elección y selección del objeto de los biógrafos y de las cualidades de los biografiados. Muestra las técnicas y las formas que exterioriza el género. Revisa la opinión de biógrafos y el trabajo que desarrollan con testimonios de personajes vivos y, muertos, en la elaboración de la necrológica. La biografía, bien puede entenderse literaria (literatura de ficción) o literatura no ficcional, de hechos, y por tanto con prolongaciones en las ciencias sociales y humanas en calidad de método de investigación o su resultado. Como perfil o semblanza evidencia en cada relato individual, singular, una historia común, social, universal y, esta relación entre lo social y la personalidad, revela a la audiencia un cosmos próximo y comprensible. Pero además, esa representación coincide con el mundo de la experiencia, porque está sellada con una poética particular en cada época. Justamente, con cada gran acontecimiento, coyuntura o cambio, aparecen la semblanza, el retrato, la necrológica, el perfil y otras formas para traducir los hechos.
Palabras claves: biografía, soportes mediáticos, arte, literatura, ciencia.

SUMMARY
Due to the everyday nature of the biographical genre, the central axes of this bibliographical review are concerned with this and its media space, the election and selection of the object of biographies and the qualities of the biographical subjects. It shows the techniques and forms that reveal the genre’s constant evolution. It reviews biographers’ opinions and the work they carry out with accounts of the living and the dead and the writing of obituaries. Biography can be understood either as literary (fictional literature) or non-fiction, about facts, and therefore with extensions in the social and human sciences in its quality as research method or its result. As a profile or resemblance, it is evident in each individual, unique tale a common, social, universal story and this relationship between the social and personality reveals a close and understandable cosmos to the audience. But, besides, that representation coincides with the world of experiences, because it is signed with a particular poetry in each era. Precisely, with each great event, process or change, we observe a portrait, a picture, an obituary, the profile and other forms to translate the facts.
Keywords: biography, media support, art, literature, science.

La construcción mediática ha fomentado en los espectadores el hábito de nutrirse con historias sobre vidas diversas, de modo que el ensayo de The Biography Channel, el programa televisivo que las recrea, ingresó a un ámbito abonado y su puesta en escena da vigencia a la comprensión del hecho desde la singularidad de una historia personal. Esto sucede, entre otras cosas, —entiende Pierre Milza [1]— porque vino a reemplazar lo literario y la exaltación plena de personajes, tanto de obras ficcionales como de las no ficcionales. Aunque no es menos cierto que, paralelamente a este avance, la farándula política y social reinventó la glorificación y el encomio y nos dejó ingresar a historias privadas, y en esas dimensiones cualquier individuo alcanzó calidad biográfica de “singularidad”. Pero incluso así, con todas esas complicaciones prácticas que impiden claridad conceptual, ¿los medios podrían prescindir de testimonios, perfiles, semblanzas, retratos y necrológicas de los protagonistas de la actualidad, cuando es incierta la fórmula, cantidad y calidad de sucesos, cuyo resultado apunta a la configuración del mosaico cultural que moldea la idea de realidad?
En la representación de personajes de ficción sucede algo similar: la elaboración del perfil de Sara Goldfarb, la protagonista de Requiem por un sueño [2] delata una segura empatía de la audiencia con el drama y la comedia humana y ambos lindan con la realidad misma y con su proyección en la pantalla, seguramente porque la simpleza poética de la composición es afín a las caídas y subidas, intrigas, lágrimas y alegrías del mundo real. Ya en su “Obertura: La nueva historia, su pasado y su futuro” [3], Peter Burke entiende que la historia cotidiana expone un interés particular por el mundo de la experiencia más que por la sociedad en abstracto y, en ese enfoque, se entiende que no sólo es importante el discurso de un protagonista, sino la conexión con los componentes humanos de flaqueza y grandeza de su existencia.
Dos raíces griegas [4] definen a esta composición: bios que significa vida y graphein que se refiere a la escritura, al dibujo y al grabado, también al acto de describir y de representar. Esta forma de expresión aparece en diversos lenguajes, clases y medios. Veamos el aspecto de los medios de difusión y distribución: por una parte encontramos producción de representaciones en crecimiento y objetos biográficos de valoración estética y económica. Por otra parte, permanece la producción de carácter individual de cada representación, a lo que Zunzunegui [5] denomina unicidad. A pesar de la repetición de imágenes y la aparición de versiones —impresas, fotográficas, cinematográficas, audiovisuales, radiales—, lo idéntico sigue teniendo dependencia con lo original sin excluir un soporte impreso o cinematográfico como es el caso de la biografías de Edith Piaf (La vie en rose [6], 2008), de la escritora Virginia Woolf (Las Horas [7], 2002) o del jazzista Charles Ray, (Ray [8], 2004) en versiones impresa y audiovisual.
La invención de la imprenta en el siglo XV posibilitó la llegada de la producción multiplicada y habilitó el deseo de millones de analfabetos ávidos de participar de lo que se veía llegar, del consumo masivo y multiplicado de periódicos, revistas, panfletos, folletos y libros. Esta innovación estuvo alimentada con una consecuente y creciente alfabetización, las cafeterías se convirtieron en centros culturales y la gente quería leer. Con esto, el conjunto de expresiones biográficas se apoderaron del soporte, la reproducción y la divulgación.
Los medios se apropiaron del perfil, la semblanza, la necrológica, el retrato, entre otros, y a partir de esta integración presentaron, según los alcances de periodicidad, cantidad de ejemplares y limitaciones de distribución, a los personajes destacados y se entreabrió en ese espacio la posibilidad de armar con algunas piezas puestas a disposición, el rompecabezas de toda una historia, un lugar, una época y por ende, la posibilidad de comprender e interpretar esa parcela de la realidad desde la singularidad. Otras construcciones mediáticas tampoco pasaron por alto esta conciliación con el gusto de la audiencia, de manera que las entrevistas, los reportajes, los testimonios, perfiles, semblanzas, retratos y necrológicas, que finalmente estabilizaron sus formas a finales del siglo XIX, algo de eso nos dejaron. A partir de ese momento pasaron al cine, a la radio y se fijaron a la pantalla televisiva e ingresaron a los nuevos medios.
En la prensa colombiana Julián González ubica el extenso espacio que ocupan los individuos: “Los periodismos biográficos se distinguen de la biografía, la autobiografía y la novela biográfica porque recrean y narran apartes de vidas pasadas y presentes ateniéndose a las regulaciones del discurso periodístico, en tanto ‘discurso’ informativo sobre la actualidad publicitada. No es lo personal, sino su narración con el propósito de iluminar una porción de eventos de actualidad o, en el otro extremo, es la narración biográfica sobre personas que la actualidad mediática ha puesto en el centro de la escena” [9]. Identifica un conjunto de cinco tipos: 1) Homenaje a memorables y la recreación nostálgica del pasado, 2) la actualidad biografiada, 3) la biografización de la información desde las experiencias límite: víctimas, vidas en riesgo, al margen, exóticas, 4) existencias expuestas: atisbos a lo secreto, lo clandestino y lo íntimo; las celebraciones públicas y, 5) ritos del ciclo de vida en las personas e instituciones.
La función social de la biografía se revela en el texto que resulta ser el sujeto biografiado, en la transposición de la historia abstracta a historia concreta, próxima y real, en el conocimiento y experiencia que encierra y que tiene alto poder de enseñanza, información y conocimiento. Hacia esa función se orienta el trabajo de recopilación y confirmación de los datos que lleva adelante el investigador, en la proximidad que busca con el sujeto biografiado, en la preparación de entrevistas, en la planificación de la observación y de la descripción, en la unidad de la obra biográfica que está construida para no interponerse al biografiado y en la selección de técnicas de investigación. La relación triádica —biografiado, biógrafo y público— confirma que la sola función de representación de un individuo, sería muy poco para el esfuerzo del biógrafo y del sujeto biografiado. Es para el público de los medios que la obra resume la fuerza simbólica de la representación, el trabajo previo del punto de vista, el rol social e histórico del biografiado y la claridad que proporciona para la comprensión de la historia si se entiende que una historia singular revela los marcos sociales de su devenir.
Por su lado, Berenguer Boulay [10], no se detiene en el elemento mediático y la entiende como una versión del biografiado en la que el biógrafo se escribe. La relación designa un espejo de dos caras donde el autobiografiado va a confrontarse con la construcción misma del objeto biográfico. La rehabilitación intelectual de la expresión no se limita a la simple representación, lo que el autor denomina media-biográfica: fotografías, programas de radio y televisión. El dominio de composición seria quiere hacer claridad frente a la ficción, con esto explicita sus otros usos en la historia, la antropología y en la sociología.
La biografía, es un género persistente ―sostiene Boulay―. Este mal género sobrevivió al estructuralismo y se reinventó en las ciencias humanas después de una veintena de años. La paradoja de Sartre es bien conocida, dice, quien antes de Pierre Bourdieu, denuncia la ilusión biográfica en La Nausea (1938) en la que aparece el biógrafo que es.
Poco se escribe sobre el relato de individuos en Colombia, y Gilberto Loaiza [11] hace un recorrido sobre esa ausencia. Entiende que su ejercicio pasó, al igual que en otras partes del mundo, por el perfeccionamiento del estilo, de la concepción y de la técnica diversa, con giros personales y técnicas investigativas. Aquí se presenta la réplica de su carácter híbrido, tanto histórico y documental como literario y novelesco. Halla en el ámbito nacional, las representaciones de hechos históricos, de individuos, como arquetipos de nuevas realidades en el país. Además de los tradicionales roles heroicos que desempeñan los biografiados en determinadas épocas, descubre en el panorama colombiano el estudio de personalidades distintas a ese modelo, individuos sin brillo que pertenecen a la sombra histórica y social, pero estos trabajos dejan de lado la exterioridad e indagan en el aspecto psicológico. Menciona el trabajo de Alberto Miramón dentro de esas características y su revelación del anti-héroe en personajes comunes. Opina que la biografía fue mal aceptada en ciertas épocas, escuelas, concepciones y disciplinas y que la Historia, disciplina de la que él proviene, le dio cabida sin dejar por eso de lado su resquemor por una pretendida necesidad de cientificidad que debía tener. Aunque por otra parte, entiende que se encuentra en una época que replantea la individualidad y con esto la redescubre: “En medio de la crisis de paradigmas, la biografía se fue volviendo un lugar de encuentro, sobre todo para la literatura y la historia” [12].
Tal vez, la antropología fue la disciplina que con mayor interés rescató esos atributos de ciencia y conectó la biografía, las historias de vida, los testimonios como métodos de investigación. Después de estudiar testimonios de carácter popular, Alicia Frete [13], afirma que habitualmente, la literatura, las investigaciones sociológicas, etnográficas, antropológicas y periodísticas abordan el uso del testimonio en calidad de narrativa documental o literatura testimonial, con el profundo interés de develar la problemática de un orden existente y/o la urgencia de un problema social, público. En esa línea, el testimonio se emplea en la construcción de espejos públicos y como multiplicadores de experiencias populares y de legitimación de la “voz del subalterno” o de sectores sociales “sin voz”, en la transición de una creencia de sólo valor individual a una aceptación del carácter social y político, y en su universalidad, porque transgrede fronteras nacionales, una época y un contexto.
Siglos antes, durante la Edad Media y el Renacimiento los dos representantes de Dios en la tierra, el Papa y el rey, compartieron el género. En ambos casos estaba destinado a la glorificación de existencias ejemplares contadas desde un punto de vista “desde arriba”. La iglesia, conciente de su poderío simbólico sobre el bien y el mal, lo destinó para la recreación de valores consagrados. Los ejemplos de humildad, sacrificio, bondad y generosidad, atribuidos al Papa y a los santos, aparecían no solo en texto, sino también en pinturas y otros soportes gráficos, con el objetivo de inspirar a la gente y buscaban convertirse en medio para su conversión al cristianismo y a la sujeción. Eran los hagiógrafos [14] (agios, ‘santo’ y graphein), quienes describían a los santos. Mientras la iglesia conservaba el dominio hagiográfico, la nobleza elaboraba la historia singular de reyes. Apareció La muerte del Rey Arturo (1469-1470), del escritor inglés del siglo XV, Thomas Malory, quien se dedicó a describir al legendario rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda. Presentó el humanismo renacentista y se ocupó de materias diversas como la poesía y el arte. Este ángulo glorificador tuvo la fuerza de rubricar su escasa confiabilidad.
En el tema del recuerdo y la memoria es otra su función, por esto, también se considera que la génesis, se halla en el mito de la “sombra” o la “silueta”. Esta hipótesis [15] sostiene que acaso el origen de la representación de personajes se encuentra en las pinturas de las antiguas sociedades y que en esas manifestaciones se detallan, como en la técnica de la silueta, sucesos. ”Las historias de la silueta son muy antiguas. Según Plinio, la silueta más antigua la encontró Corinthia, hija del antiguo alfarero Dibutad, quien para conservar vivo el recuerdo de su amado trazó su silueta en un muro a partir de su sombra”. Esta necesidad de registro y permanencia es sostenida por un sentimiento opuesto al que se encuentra siglos después en los datos sobre Luis XV.
Otra versión de registro de historias se descubre en las denominadas figuras al carbón de las vasijas de la Antigua Grecia y en los murales chinos; “se observan los antecedentes del movimiento de manos y dedos tal como conocemos de los actores infantiles actuales. Recibió su nombre, silueta, recién durante el gobierno del rey francés Luis xv, quien llamó a sus contrarios de manera irónica ‘a la silhouette’. Mezquina comparación con la pintura de miniaturas que fue llamada por eso silueta y que en este periodo se convirtió en gran moda” [16].
Otro aporte aparece en la escritura cuneiforme, en tablillas de arcilla de Asiria, Babilonia, Egipto y Mesopotamia. Allí se encuentran las primeras representaciones individuales de los patriarcas, reyes y sacerdotes.
Posteriormente se advierten nuevos elementos en el tratamiento: dejar hablar a los documentos por sí mismos, compilar anécdotas e incidentes bajo el precepto de que los hechos revelaban la verdad, los biógrafos aprendieron a encontrar en temas pequeños y significativos, en hechos o anécdotas los datos que revelen el carácter, la personalidad, los actos y las razones de biografiado.
Antes del inicio del siglo XX, en Estados Unidos fueron publicados por primera vez los folletos con biografías populares y las revistas empezaron a publicar series de estudios biográficos. Su énfasis estaba en los héroes de la república y la gente común. A finales del siglo XIX quedó conformada la biografía y sus formas o clases se estabilizaron.
En el avance del género se observa que los objetivos de la representación biográfica se han modificado. De la simple y acrítica glorificación los biógrafos han pasado a considerar las preferencias de las audiencias y a reivindicar las suyas, de manera que los personajes de fuerte atracción determinan la narración que será divulgada: Hoy, la televisión nos presenta historias de actores, músicos, políticos, religiosos, realizadas a causa de la atracción que inspiran a la audiencia, sin embargo, en otros casos, el biógrafo también elige su personaje. En esas circunstancias, “necesita una coexistencia espiritual donde efectivamente esté próximo dos o tres años con el personaje, contacto que cree fundamental, consustancial entre el biógrafo y su personaje” [17].
En los últimos años, Jean Lacouture [18], biógrafo de Charles de Gaulle y de Francois Mitterrand halla otras funciones relacionadas al personaje con una fuerte atracción emergente, el arte del biógrafo consiste en abandonar las zonas en penumbra para permitir al lector hacerse una idea, por lo que un personaje secundario no puede ejercer ese mismo interés.
Los individuos pueden jugar un rol importante en equilibrar la historia y, Lacouture, que proviene de la corriente francesa de los Annales, sostiene que es el reencuentro con los actores de la historia lo que forja la convicción sobre la importancia de los hombres. “Yo viví con Montaigne durante dos años, y pasaré dos años con Montesquieu”. Escribe sobre todo acerca de individuos que admira. La opción de descubrir un personaje también resulta un beneficio.
Al momento de definir John Lee Anderson [19] el medio de representación que emplea con comodidad y que le permite a su lector conocer la complejidad de los personajes que encuentra, señala que “busca reflejar ‘la realidad’ de las personas en todas las dimensiones posibles. Desde esta perspectiva, el perfil se aproxima a la biografía. Si se logra escribir un buen perfil, si se alcanza a abordar al personaje desde todas sus dimensiones, fácilmente se podrá dar un salto para componer una biografía. En ambos géneros se busca recrear un mundo entero e interior que arroje alguna luz sobre aspectos fundamentales de un momento histórico”. En cuando a la técnica observa que un perfil busca que múltiples voces ayuden a descifrar al personaje. Se convierte en una herramienta con la que se pueden explorar, a través del protagonista, temas históricos, sociales o políticos, cruciales para entender el mundo contemporáneo.
En todos los casos, la presentación de un individuo en su carácter singular con cualidades comunes a los demás, exige ingresar a sus vivencias íntimas, lo que visto desde la disyuntiva de objetivad y subjetividad resulta un problema cuando muchas veces el biógrafo está dominado por su personaje. Pero también consiste en entender que se trata de un triángulo donde el lector es el destinatario final y esto concierne a los fines de la divulgación y a conservar la memoria o reorganizar, reinterpretar los hechos y que mejor en este caso, que mediante un protagonista.
Un dilema visible en este género que se ha diversificado enormemente, comprendiendo las formas del retrato, el perfil, la semblanza y otros, es el parecido de familia con la necrológica. López Hidalgo [20] encuentra que sus orígenes se remontan a los cantos fúnebres y a las elegías. Tienen un profundo carácter religioso por lo que están acompañados de rituales y plegarias ceremoniales que expresan una intención poética. El personaje muerto queda en la memoria, y su materialización está en el epitafio, en las estatuas, fotografías, en las tumbas, incluso en la música y en la esquela que avisa tanto sobre muertes anónimas como conocidas. En él hay, por una parte, conocimiento, información, datos imprescindibles como la causa, lugar, día, hora de la muerte, valoración de la vida y obra y en ocasiones presenta un relato cronológico. Por otra parte, está inundada de solemnidad. En la esquela, bajo el nombre se advierte habitualmente una frase hecha para el difunto y que busca definirlo. En su composición es periodístico y literario, muchas veces con valor testimonial, en otros casos, nos devuelve al que nunca antes conocimos y contextualiza la obra, pero también “puede ser un ejercicio de egolatría insoportable” [21].
Jean Lacouture considera que no es complicado ocuparse de un personaje vivo, pero en el caso, por ejemplo de Francois Mitterrand (1916-1996) ha sido difícil en vivo como en su muerte a causa de la familia y de la opinión pública.
La sociología y la psicología también describieron análisis científicos, revelaron lo oculto y superaron la mirada miope de la glorificación, aunque el nuevo mal que le aquejó fue el voyerismo. La sociología reveló las condiciones sociales y de la macroestructura que se proyectaban en el personaje biografiado. Aunque por una parte el voyerismo se apoyó en lo que los lectores querían, se fundó en la curiosidad y dejó como cualidades accesorias a la ética o al patriotismo, por otra parte se develaban otras características que le daban impulso. Hasta 1929 se publicaron unas 700 biografías en Estados Unidos y el primer diccionario biográfico americano.
Denis Maraval [22] entiende que el siglo XIX estuvo influenciado, de un lado, por el positivismo y de otro, por el fanatismo y el poder de reyes, ministros y eclesiásticos, presentaba dice aquello que no siempre tenía proporción con la importancia de los acontecimientos y la historia. De ahí vienen las críticas de la escuela de los Annales: poco científica, interesada sólo en lo político, por naturaleza poco cuantificable, organizadora del culto a la personalidad, cuando no se dejaba sumergir en la anécdota entonces sobredimensionaba lo privado. Sin embargo, en los años de 1970 no fue casual ―dice el editor― que llegaran a Francia dos libros desconocidos entre sí en medio de un gran suceso: la Biografía de Luis XI escrita por el historiador Paul Murray Kendall, y Archipiélago Gulag de Alexander Soljenitsyn. Estos años 70 anuncian el retorno del individuo, el decodificador de la historia política. Coincide con la época del Nouveau roman y la desafección rápida del público por las historias donde él no es historia.
A finales del siglo XX y comienzos del XXI se adaptó el género biográfico a las nuevas tecnologías, a las formas visuales, a las audiovisuales y escritas. Empezaron a compartir lenguajes e historias. Su popularidad culminó con Biography, History Channel y otros canales que aparecieron con la televisión por cable.
Numerosos elementos están en juego ―concluye Denis Maraval― para favorecer un nuevo esfuerzo de la biografía. La historia reciente, de Gorbachev, Ben Laden y Bush convencerá a los últimos escépticos que un individuo puede tener ―para bien o para mal― en sus manos una parcela del destino de la humanidad.

CONCLUSIONES
La biografía tiene una evolución que acompasó a las representaciones materiales e ideográficas de los cambios sociales, mediante la exposición de una vida individual que traduce una situación universal. Su grado de aceptación fue diverso y controversial, aunque eso no detuvo su desarrollo. En ese proceso también se produjo el avance y aparición de las audiencias y de los públicos. Al ocuparse de singularidades, empalma con las realidades de las audiencias y su necesidad de comprender, mediante esa conexión, una época, una historia, un cambio, un país. Se reconoce que su aparición responde también a la íntima necesidad de preservar en la memoria, pero también de entender una época, los fenómenos del mundo, acercando y haciendo más próximo lo distante social, histórico o incomprensible.
Los medios han incorporado los géneros biográficos y sus formas. La biografía y la necrológica son parte de una diversidad que se expresa en el perfil, el retrato, la semblanza, con una complejidad en su elaboración que transgrede los marcos de lo individual y de lo social para exponer lo universal desde lo particular de una vida. Esto de por si es polémico desde el momento en que la combinación de singularidad, realidades y audiencias es infinita y variada y que no siempre coincide con las disciplinas que intentan apropiarse de parcelas de esa comprensión.

 

BIBLIOGRAFÍA
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NOTAS
[1] Pierre Milza es especialista de la historia del fascismo y de Italia de los siglos XIX y XX. Escribió una biografía de Mussolini y Verdi.
[2] DARREN, Aronofsky (Dir.). Requiem for dream, Estados Unidos. 102min. Interpretación: Ellen Burstyn (Sara Goldfarb), Jared Leto (Harry Goldfarb), Jennifer Connelly (Marion Silver), Marlon Wayans (Tyrone C. Love), Christopher McDonald (Tappy Tibbons), Louise Lasser (Ada), Keith David (Gran Tim), Sean Gullette (Arnold el psiquiatra).2000.
[3] BURKE, Peter (ed.). Formas de hacer historia. Alianza Universidad, Madrid, 1999, págs.11-35.
[4] ENCICLOPEDIA NAVAJA. Tomado de: http://biografie.navajo.cz (18 de julio, 2007).
[5] ZUNZUNEGUI, Santos. Pensar la Imagen. Universidad del País Vasco. 4ta. ed. Signo e Imagen. País Vasco: Cátedra. 1998.
[6] DAHAN, Olivier (Dir.). La vie en rose. Francia. 2007.
[7] DALDRY, Stephen (Dir.). Las Horas. Película independiente. Estados Unidos. 2002.
[8] HACKFORD, Taylor (Dir.). Ray. Drama. Estados Unidos. 2005.
[9] GONZALEZ, Julián. “Periodismo biográfico”, en: Sala de prensa. Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos, núm. 57, julio 2003, año V, vol. 2. (http://www.saladeprensa.org/art471.htm). (30 de octubre de 2006).
[10] BERENGUER, Boulay. “Apologie d’un mauvais genre”, reseña del libro La Relation biographique. Enjeux contemporains. Seyssel, Champ Vallo, 2005, 482 p.
[11] LOAIZA CANO, Gilberto. “El recurso biográfico”, en la Revista Historia crítica, Departamento de Historia de la Universidad de los Andes, Bogotá, Nº 27, enero-junio de 2004.
[12] LOAIZA CANO, Gilberto. “El recurso biográfico”, p.4.
[13] FRETE, Alicia. Entre el documento, la literatura y la política. Universidad de Lund. Suecia. Tomado de: http://folk.uio.no/jmaria/lund/2000/textos/4.pdf. (noviembre de 2002).
[14] Hagiógrafo, del griego agios,‘santo’ y grafo,‘escribir’, es decir ‘el que escribe sobre un santo’.
[15] KALINA, Vladimir y Nora Dolanska: Zanry umelecké publicistiky. (Trad. libre) Knihovnická novinare. Praha, 1984, p. 125.
[16] Ibídem., p. 125.
[17] Jean Lacouture es periodista y escritor de la historia política y especialista de biografías de contemporáneos que han marcado la mitad del siglo XX: Ho Chi Minh, Nasser, Malraux, de Gaulle, Mitterrand.
[18] Ibídem.
[19] “El arte de dibujar con palabras a una persona”. Taller de perfiles con Jon Lee Anderson. Por Danilo Moreno Hernández. Buenos Aires, 5-9 de diciembre de 2005.
[20] LÓPEZ HIDALGO, Antonio. “La necrológica, como género periodístico”. Revista Latina de Comunicación Social. Facultad de Ciencias de la Información: Pirámide del Campus de Guadalajara — Universidad de La Laguna, La Laguna (Tenerife, Canarias; España). 15 – marzo de 1999. Año 2.
[21] HARGUINDEY citado por López Hidalgo, p. 3.
[22] Director editorial de Fayard, editorial francesa creada en 1857 por Arthème Fayard. Cien años más tarde, la editorial se convirtió en sociedad anónima y, en 1958, Hachette tomó una participación mayoritaria en el capital. Tomado de: Wikipedia. La Enciclopedia libre. http://es.wikipedia.org/wiki/Editorial_Fayard (julio, 2007).

JEMIO ARNEZ, Kathya. Docente de la Facultad de Comunicación Audiovisual, cursa el doctorado en Historia en la Universidad Nacional de Colombia. Es doctorada en Periodismo en la Universidad Carolina (Praga). Realizó pasantías en la Agencia de Prensa CTK y en Radio Praga Internacional, colaboró con los periódicos Hoy (La Paz) y El Mundo (Santa Cruz). Fue directora de Folios, Revista de Periodismo de la Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia.

 

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