Agudizar los sentidos, sentir, oír sin afán, compartir sinceramente. Viajar y entender que somos diferentes, complementos uno del otro, aprendiendo y desaprendiendo a diario, con infinidad de preguntas sin respuesta, intentando sobrevivir en este nuestro mundo.

-El cine de contacto- se interpone ante la idea de arrebatar la esencia y ser feliz, abre las puertas a la creación, indaga en busca de la memoria perdida, olvidada y custodiada por nuestros ancestros, los que pelearon por una verdadera libertad y soberanía. La tradición oral y cultural se está empolvando, olvidamos de dónde venimos, nos negamos muchas veces a las raíces, poco apreciamos la simpleza del vivir.

Una familia campesina, trabajadora, acoge un nuevo ser identificado con el número 920128-56409, los cafetales y montañas abrigan el heredero Arango Quintero. Abuelos sonrientes, tíos expectantes, padres conmocionados. Aire puro se respira, una mariposa aletea, se comienza a trazar el sendero por dónde transitar. Crecer entre la nobleza de los animales, las plantas y el rocío de la mañana, incentivaron los sentidos. Respetar a los mayores, los sabios, antecesores llenos de poder y sabiduría, moldearon características de armonía con el prójimo.

El deseo de narrar se hace presente, siempre estuvo adentro esperando el momento adecuado para manifestarse; el cine marcó el rumbo, me mostró el camino que debo explorar sin fin. El relato se transforma, se eleva, es un pacto de paz, un llamado a la reconciliación, calma, mucha calma y respeto por la humanidad. En el artículo número uno escrito está; “Nacemos libres e iguales en derecho y dignidad”.

El momento ante la cámara es adoptado con la naturalidad del instante, no hay personajes ni grandes directores. El diálogo, la esencia, y el desnudo interno integran una compilación de realidades. Voces que no callan, sentidos atentos y almas que quieren volar; no son cuentos ni leyendas, es la realidad de un pueblo que quiere vivir y sentir con tranquilidad.

Mientras algunos intentan conducir sus pensamientos por la autopista de la cotidianidad, otros dejamos que fluyan como ríos de agua viva. No hay límite para la exploración, nos transformamos a diario, reinventamos la existencia, decidimos qué hacer con los minutos que pasan sin detenerse, no hay coartada, es una decisión propia. Antes de la muerte hubo vida, confiar en el sentir, oír las voces del alma, manifestar y homenajear sinceramente por medio del cine es mi determinación.