Reflexiones desde Rectoría: Sabes que estás en el camino correcto cuando ya no te interesa mirar atrás

Una vieja reflexión budista se pregunta: “¿Qué es más importante, el viaje o el destino? Lo más importante es la compañía”. Todo largo viaje requiere de un apoyo que estimule el físico y alimente el alma para llegar a la meta. Un viaje solitario puede terminar en una confusión de caminos que no nos lleven a ninguna parte. Haber caminado estos últimos cuatro años al lado de tantas personas, me ha hecho reflexionar sobre la vida, sobre todo porque en ese apasionante periplo, muchos de los viajeros se nos quedaron a la vera del camino.

Ellos partieron a otra dimensión y seguramente caminan paralelo con nosotros, acompañándonos en los agrestes senderos que se nos atraviesan en nuestra ruta. Quienes quedamos, no solo seguimos llevando a cuestas nuestro destino, sino honrando con hechos la existencia de aquellos que nos dejaron marcados para siempre. Nuestros viejos nos enseñaron a honrar la palabra, a mantenernos erguidos a pesar de los vendavales que se ciernen en el momento menos esperado.

Tengo la inmensa fortuna de haber compartido un trabajo incansable por la educción desde el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, con seres maravillosos, dedicados en cuerpo y alma a trabajar por la formación de las presentes y futuras generaciones, de una sociedad como la nuestra, cada vez más necesitada de buenas personas, inmejorables ciudadanos, y destacados profesionales, técnicos y tecnólogos. Muchos fueron los que caminaron a mi lado para ayudarme a no ser inferior a las responsabilidades asumidas, al haberme convertido en rector de una Institución inigualable que solo se deja querer.

Esos hombres y mujeres llenos de nobleza, me permitieron conocer lo mejor del ser humano. Me ayudaron a retirar los palos que algunas tempestades dejaron caer sobre el camino. Me enseñaron el valor de la lealtad por encima de cualquier interés personalista y mezquino, me levantaron cuando la pesada carga se hizo superior a mis fuerzas y me animaron con su genuina transparencia para erguirme y seguir caminando.

Ahora puedo disfrutar de lo que he hecho y luchar por lo que me falta hacer. A mis seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, docentes, estudiantes y a la sociedad en general, los seguiré mirando a los ojos sin esquivar una sola de sus miradas. Puedo hacerlo porque tengo la conciencia en paz, la gratitud que aflora desde mi corazón y el perdón que es un bálsamo para mi alma. No cargo con rencores, esos se los dejo a quienes se alimentan de ellos, a quienes en innoble modo de vida se contaminan con la envidia y se ensucian con la calumnia.

El balance de mi gestión al frente del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, se enriqueció con el aporte de muchos que caminaron en una sola dirección, y que tuvieron la entereza de asumir las responsabilidades que otros dejaron de lado para caminar en contravía. Los aduladores de oficio, dedicados a presumir de sus críticas e ideas, pero nulos de resultados, en algún momento tomarán un atajo para perderse en el oscuro laberinto de su incapacidad.

Me llevo lo mejor de todos como patrimonio de vida y lo peor de algunos como enseñanza de lo que no se debe hacer con ella. Me llevo el cariño auténtico de los que tienen capacidad de querer y la crítica constructiva de quienes saben juzgar con criterio los aciertos y los errores humanos. Seguiré caminando aferrado a la mano de Dios y usando como brújula todas las cosas aprendidas y desaprendidas. Parodiando a la actriz sueca Ingrid Bergman: “No me arrepiento de nada. No habría vivido mi vida como lo hice, si me fuese preocupado por lo que la gente iba a decir.”

Libardo Álvarez Lopera
Rector