Reflexiones desde Rectoría: El imperio de la frivolidad

Muchas de las noticias banales con las cuales los medios de comunicación masiva buscan llenar sus espacios y mantener el interés morboso de sus públicos por informaciones que poco construyen y mucho se entrometen en la vida ajena, están copando la agenda de la opinión pública, para convertirse en cortinas de humo frente a los hechos que verdaderamente determinan el rumbo de nuestras vidas.

Sorprende ver como las continuidades de los noticieros priorizan los chismes y los escándalos provocados por los llamados “influencers” y dejan de lado actividades que sí merecen tener una connotación pública, porque son ejemplos inspiradores para las presentes y futuras generaciones. De oficio, muchos medios sirven de idiotas útiles, para que algunos de los representantes de la farándula criolla, muestren sus más denigrantes facetas y de paso capitalicen estas aberrantes actitudes y las conviertan en jugosas ganancias y pésimos ejemplos para la sociedad.

Los triunfos a partir de genuinos sacrificios y comprobados talentos, se ven relegados por modelos de vida fácil y boyante que exhiben unos cuantos. Esto ha llevado a que muchos de nuestros jóvenes tomen decisiones equivocadas de no seguir formándose académicamente y opten por un camino aparentemente fácil, sin mucha responsabilidad, ganancias rápidas y una vida llena de lujos. ¡Qué engañados están, qué irresponsabilidad tan grande de quienes se hacen llamar influenciadores, que se regodean de sus extravagancias y de su nula formación!

En las redes pulula el mal gusto, la vulgaridad, los vicios presentados como proezas, el ridículo confundido con el talento y el escándalo mostrado como el modo de vida ideal. La mayoría de esos nuevos ricos, que en medio de sus excentricidades, se dan hasta el lujo de lanzar billetes desde un helicóptero para ver desde las alturas como se revuelca la pobreza en la tierra para conseguir uno de ellos, terminan en la miseria absoluta. Los emergentes casi siempre vuelven a la posición en la que nacieron, porque carecen de soporte para mantenerse erguidos. Saben llegar al éxito, pero no tienen la capacidad para mantenerse en él. El refranero popular, sabio como de costumbre, dice que: “el que nació para matero, no pasa del patio.”

Los autoproclamados líderes de opinión están perdiendo el norte y la dimensión de su responsabilidad frente a la comunidad, al darle cabida en sus espacios y en sus contenidos, a la frivolidad enmascarada de entretenimiento. Se les olvida que los otros dos objetivos de los medios de comunicación, son la formación y la información. Están dejando de lado la investigación y la confirmación absoluta de los hechos, para hacer una comunicación facilista, que se alimenta a través de las redes sociales sin ningún control, para luego seguir masificando tonterías que solo impactan negativamente a los perceptores.

El gran escritor uruguayo, Eduardo Galeano, describe en una frase todo este frenesí de frivolidad en el que nos estamos ahogando: “Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase, que desprecia el contenido.” Sin lugar a dudas hemos perdido la frontera de lo realmente importante y trascendental, por rendirle culto a la trivialidad, que no es más que un burdo mercadeo de la vulgaridad y el mal gusto, para beneficio de unos cuantos.

En el entorno local, es lamentable presenciar como desde sus trincheras en el sector público y privado, personas que posan de altruistas, desdibujan la información para envenenar el ambiente y alcanzar sus oscuros intereses, dejando por el suelo la dignidad y el buen nombre de las personas que dedican su vida a trabajar por un futuro promisorio para todos.

Las nuevas tecnologías de la información, llamadas a engrandecer la obra humana, terminaron siendo multiplicadoras de la degradación humana. Los oportunistas de siempre, aprovechándose de la ignorancia de muchos, han sabido aprovechar los avances de las comunicaciones para alienar a la sociedad. Sus modelos inigualables de vida los replican sin control, para agregar más incautos a sus listas de seguidores, que terminan siendo muy bien pagas. Mario Vargas Llosa, escritor peruano, premio Nobel de Literatura en el año 2010, bien lo dice. “El escándalo, en nuestros días, no consiste en atentar contra los valores morales, sino contra el principio de realidad.”

Libardo Álvarez Lopera
Rector