Reflexiones desde Rectoría: El mañana pertenece a la gente que se prepara para el hoy

La idea de que las universidades comiencen a ofertar carreras más cortas, afines a los jóvenes y a las nuevas competencias laborales que requiere el sector productivo y los organismos estatales, está comenzando a hacerse más fuerte en nuestro país. Por fin estamos entendiendo que no podemos hacer esfuerzos solitarios, donde cada sector vaya por su camino sin que tengamos oportunidad de confluir en alguna parte.

El aparato económico de una nación requiere de una formación pertinente de sus ciudadanos, que responda a las necesidades actuales y que pueda enfrentar los retos de un mundo en permanente evolución. No podemos seguir ofreciéndole al mercado laboral, unos profesionales que no necesita, o que tardarán cinco años o más para graduarse. La educación se debe mover a las mismas revoluciones del motor de la economía.

Nuestro sistema educativo urge de reformas estructurales a todos los niveles, que nos pongan a la vanguardia de la creación de contenidos, de la adopción de nuevas didácticas, y de la utilización efectiva de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Los funcionarios administrativos, los docentes y los mismos estudiantes, tenemos la obligación de ponernos al día en todos los órdenes. El mundo no da un compás de espera. Quien no va a su ritmo, desafina en el concierto universal.

Llevamos décadas haciendo referencia al mismo tema. Pero los oídos sordos de una dirigencia anquilosada, dedicada más a lo urgente que a lo importante, ha eternizado una decisión que ya no da más espera. El inconformismo de nuestros jóvenes, avivado en gran medida por la falta de empleo y oportunidades equitativas para abrirse paso hacia el futuro, se ha convertido en el caldo de cultivo para que los anarquistas, los impostores y los oportunistas, canalicen las frustraciones de la gran mayoría y las conviertan en ríos de lava que se desbordan por las calles de pueblos y ciudades.

La educación para el trabajo y el desarrollo humano es una herramienta idónea para llegar a la gran mayoría de los colombianos, a quienes la vida los acosa para que pronto comiencen a producir y auto sostenerse. Esas personas formadas de acuerdo con las necesidades de sus entornos, se quedan en ellos y no se ven obligadas a migrar a las grandes urbes, donde solo los esperan los cinturones de miseria, la delincuencia, las falencias por doquier y la desintegración de sus familias. Muy bueno para una sociedad tener doctores, magister, profesionales, técnicos y tecnólogos. Pero contar también con mano de obra calificada, que tenga acceso a oportunidades de trabajo dignas y bien remuneradas, es fundamental. La invitación que nos viene haciendo el empresariado de Antioquia, obedece precisamente a esta demanda. En medio de la protesta social, hoy se presenta una gran oportunidad fruto de la unión del sector privado y las universidades, para generar empleo real a los jóvenes que hoy reclaman verdaderas soluciones.

Durante estos días de convulsión social he escuchado reiteradamente el término “ninis”, para referirse a aquellos jóvenes que ni trabajan, ni estudian. Es innegable que es una realidad su existencia, pero lo que no podemos desconocer son las causas por las que han aparecido. No son fruto de una generación espontánea, son los hijos de la desazón, de la ausencia reiterada de sus padres durante su crianza, de convertirse en padres y madres cuando aún son adolescentes, y de la rebeldía manifestada en el ocio y la pereza por todo lo que los rodea.

Nos hemos dedicado a señalarlos, a juzgarlos y condenarlos; pero no a ayudarlos. ¡Qué responsabilidad tan grande la que tiene la educación con ellos! Las estadísticas señalan que estos hombres y mujeres son el 25 % de la población del país, que está entre los 14 y los 28 años de edad. No es posible pensar en una sociedad viable, cuando semejante porcentaje de los ciudadanos en la flor de su vida, se marchitan.

El activista estadounidense Malcom X, decía que: “La educación es nuestro pasaporte para el futuro, porque el mañana pertenece a la gente que se prepara para el hoy.”

Libardo Álvarez Lopera
Rector