Reflexiones desde Rectoría: En tiempos de crisis los inteligentes buscan soluciones y los inútiles culpables

¿Y en qué posición nos pone a cada uno de nosotros este momento de la historia turbulenta de nuestro país? No podemos negar que en Colombia vivimos peregrinando de crisis en crisis, con la diferencia de que en cada una de ellas se alinean varios bandos: los que se aprovechan para beneficio propio de los efectos del desorden social, los que toman partido a conveniencia y un día están con unos y al otro se pasan de acera, los que se ubican en la orilla para ver correr la creciente del río, los que tratan de hacer algo pero sus capacidades no les dan para más, y aquellos que se montan al hombro la pesada carga y tratan de pararse y seguir caminando.

Frente a los acontecimientos que hemos vivido a lo largo y ancho del país en los últimos días, donde el desorden público es cotidiano y el consenso brilla por su ausencia, no se ve en el horizonte un líder natural que pueda recoger los destrozos que está dejando esta inconformidad acumulada, que sin lugar a dudas sirve en bandeja de plata la oportunidad para que los carroñeros de siempre, asuman el rol de emancipadores de una sociedad que han despreciado y de la cual solo buscan sacar ventaja a través de la manipulación y la desinformación.

La arrogancia desbordada ha impedido que los inteligentes y los inútiles se sienten en la misma mesa, y sin pretender que piensen y actúen igual, por lo menos que tengan la grandeza de trabajar para el beneficio de todos, para que podamos ver con optimismo un futuro que se nos hace opaco en medio de tanta anarquía. Es verdad que tenemos dolor de Patria, a la cual decimos adorar en nuestro silencio mudo. Es cierto que los ciudadanos de bien rechazamos con vehemencia el terrorismo y los actos vandálicos que solo acaban con el patrimonio de los mismos ciudadanos que algunos desadaptados dicen defender y representar. Pero nos hace falta acción y solidaridad efectiva. Nos arrugó el miedo colectivo que nos está llevando a claudicar en la lucha por alcanzar un mejor modus vivendi.

Este coctel explosivo que se está merando en estos momentos, terminará por intoxicarnos a todos. A la horrorosa pandemia que estamos padeciendo, llena de dolores y ausencias, se mezclan carencias de ahora y de siempre, insatisfacciones reprimidas por la manera como nos gobiernan, imposibilidad de responderle simultáneamente a nuestras obligaciones diarias y a la carga de nuevos impuestos. Pero por sobre todo, ahondará el abismo que hay entre los pocos que todo lo tienen y hasta les sobra, y los muchos que no tienen nada y todo les falta.

La ausencia de decisiones prontas y audaces, está haciendo que ya nada sirva para apagar el fuego que está encendido. Como decía el gran poeta colombiano Julio Flórez: “Todo nos llega tarde… ¡hasta la muerte! Nunca se satisface ni alcanza la dulce posesión de una esperanza, cuando el deseo acósanos más fuerte.” Con un gotero no se extingue un incendio. Con críticas mordaces e irresponsables, y opiniones que solo exacerban los ánimos, no saldremos al otro lado. Si no remamos hacia el mismo rumbo, esta barca terminará hundiéndose con todos, no dejando siquiera a alguien que de testimonio de lo que ocurrió.

Desde la academia hago un llamado, si se quiere desesperado, a deponer los odios y las distancias que no permiten que nos encontremos como hijos de un mismo país. En esta lucha de egos e ideologías extremas, nadie saldrá ganando. Quién, con mediana inteligencia, puede pretender alcanzar el poder para gobernar una nación devastada, donde no se dialoga, sino que se ofende; donde ninguna opinión distinta se respeta, sino que se pretende imponer un solo dogma. Lao Tse, uno de los más relevantes filósofos de la civilización China, solía decir que: “Grande es aquel que para brillar, no necesita apagar la luz de los demás.”

Llegó el momento de frenar en seco y replantearnos el rumbo de nuestro destino. Desabasteciendo a los grandes y pequeños núcleos poblacionales, arrasando con los bienes públicos que tanto esfuerzo nos han costado, sembrando en los hombres y mujeres de bien el terror en las calles, arrebatándole el patrimonio a los ciudadanos que con todo su esfuerzo han logrado salir adelante, acabando con el empleo de muchos como si lo tuviéramos de sobra, y sacando del sombrero nuevas exigencias en la medida que aparecen algunas soluciones, no lograremos nunca superar los niveles de inequidad y miseria que tanta rabia nos desatan.

El militar y estadista francés Napoleón Bonaparte, afirmaba que: “Solo con la prudencia, la sabiduría y la destreza, se logran grandes fines y se superan los obstáculos. Sin estas cualidades nada tiene éxito.”

Libardo Álvarez Lopera
Rector