Reflexiones desde Rectoría: Oportunistas al asecho de la institucionalidad del país

Definitivamente el mundo está lleno de personas que quieren recoger frutos del árbol que nunca sembraron. Poética forma de describir al oportunista. Ese individuo que no desaprovecha oportunidad para sembrar la cizaña y arrasar con el prestigio de cuanta institución se le atraviesa, para hacer del caos la manera más expedita de alcanzar el poder, que siempre resulta ser desbordado, abusivo y empobrecedor de la sociedad.

Las equivocaciones cometidas de buena o mala fe por los representantes de cualquier institución del estado, deben ser castigadas de manera drástica y oportuna. No pueden servir de pretexto para que los delincuentes, apostados en las trincheras de la ilegalidad, salgan a las calles a destruir los bienes públicos y privados, con la mentirosa excusa de representar el dolor desgarrado por la muerte de un ciudadano, luego de un infame procedimiento de unos policías a los que les debe caer todo el peso de la ley.

Todo estaba fríamente calculado. El combustible para incendiar los CAIS de la Policía, la piedra, los explosivos, los aerosoles con pintura y la maldad hecha protesta, estaban listos para atacar sin compasión. Solo estaban esperando un detonante para activar todo lo planeado. De esta manera, las verdaderas víctimas resultan revictimizadas por aquellos que en su nombre, lloran los muertos que no sienten.

Ni qué decir de quienes han hecho de la política la manera más despreciable de manipular a la opinión pública. Desde sus redes sociales o desde sus actos aparentes de reconciliación, esconden las verdaderas intenciones de oportunismo que siempre quedan a la vista, una vez suceden los acontecimientos. Mientras las familias de las víctimas y los heridos, ven en ellos caminos de esperanza para tratar de acunar su dolor, estos “pseudolíderes” se aprovechan de su infortunio para dar un paso más en sus oscuras intenciones.

El gobierno nacional también debe reaccionar de manera oportuna y ejercer el principio de la autoridad, para demostrarle con hechos a la sociedad que tiene bien cogidas las riendas del país. Debe haber precisión en las declaraciones, coherencia en las acciones y contundencia en los correctivos. De lo contrario, los oportunistas de ayer, hoy y de siempre, tendrán el camino expedito para hacer de las suyas con la voluntad de la gente y sobretodo, de los jóvenes de nuestra patria.

A la Policía Nacional que defiende la vida, la honra y los bienes de los habitantes de este país, los buenos ciudadanos la llevamos en el corazón. En todos los organismos: grandes, medianos o pequeños, se logran colar personas que con su accionar, desprestigian y perjudican a todos los que están comprometidos de lleno con el buen vivir de los ciudadanos. Los oportunistas están al asecho, pendientes de cualquier error para acabar con una institución con 129 años de historia al servicio de los colombianos.

Todos debemos aceptar los cambios. Nada ni nadie se libra de la evolución natural o de la modernización circunstancial. La Policía no es ajena a esta dinámica y tendrá que ajustarse a la transformación urgente de los procedimientos equivocados que se han dado y que han producido el contundente rechazo de la sociedad.

En el ambiente se siente un sórdido escavar de topos, que ruñen la tierra colombiana día y noche. De manera articulada socavan las bases de nuestra sociedad para que todo se desmorone a nuestros pies. Están jugando con la ingenuidad de todos, y mientras unos nos distraen con sus discursos llenos de populismo y demagogia, otros trabajan sin cesar para ir permeando todas las instituciones de nuestra sociedad.

En este juego sucio, muchos de los llamados líderes de opinión que se expresan a través de los medios de comunicación o de las redes sociales, ya han caído. Unos sirviendo como idiotas útiles y otros mostrando por fin sus verdaderas intenciones. Que no quepa la menor duda, mucho de lo que está sucediendo no es espontáneo y obedece a un orden que no hemos tomado en serio.

Me uno a quien expresó por las redes sociales que “en estos días salió la gente a protestar por un mejor país, y demostraron que lo que necesita este país, es mejor gente.”

Libardo Álvarez Lopera
Rector