Reflexiones desde Rectoría: A quiénes necesitamos y a quiénes no

Muchos coinciden en afirmar que esta pandemia que nos cogió a todos con la guardia abajo, ha develado las grandes falencias sociales que nos han acompañado siempre. Pero ahora lo importante no es detenernos en nuestras carencias, sino en cómo podemos salir de la mejor forma de esta emergencia mundial, donde los países en desarrollo llevan la peor parte.

Nuestro mejor talento tiene que aflorar en estos momentos. La creatividad, la serenidad, la lógica, el liderazgo positivo, la generosidad y la honestidad, son valores necesarios, en estas horas de incertidumbres y miedos.

Necesitamos que lo mejor de cada uno se manifieste y que las mentes positivas nos señalen el rumbo que debemos tomar. Hoy necesitamos como nunca de los médicos y trabajadores de la salud en general, que con valentía enfrentan en la primera línea de batalla al enemigo invisible. Requerimos de todos aquellos que hacen parte de la prestación de los servicios vitales y de la producción, para que la economía no se frene definitivamente y colapse.

En el frente de guerra deberán estar los profesionales de todas las disciplinas aportando ideas lógicas y aplicables en el corto, mediano y largo plazo. Contamos con esos miles de soldados y policías de la patria que se han tenido que multiplicar, no solo para salvaguardar nuestra seguridad, sino para llevar con cariño y generosidad, alimentos y mensajes de alegría en medio del encierro, a los más desprotegidos y vulnerables.

Urgimos de líderes políticos, sociales, espirituales y de opinión, dedicados a unirnos, a buscar alternativas, a guiarnos a través de informaciones objetivas, oportunas y constructivas. No podemos prescindir de la generosidad sin límites que siempre ha caracterizado a la gente buena de este país.

Definitivamente no necesitamos a los que han convertido esta emergencia en una feria de egos, mostrando una posición altruista que no tienen o convirtiéndose en jueces implacables de los que están tratando de acertar. David Fischman, dice que: “el tamaño del ego de una persona se puede medir en la forma como maneja los errores que cometen los demás”.

Nos sobran los inescrupulosos haciendo todo lo posible por robarse las ayudas que otros han entregado con tanta grandeza, al igual que los acaparadores y oportunistas que ven en esta emergencia sanitaria, una opción de lucro, sin importarles que sea a costa del sufrimiento ajeno.

Estorban los que utilizan los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información, para crear y masificar noticias falsas, que solo muestran la bajeza de su conciencia moral y ética. O aquellos que desde esas tribunas, se prestan como idiotas útiles para propagar divisiones y polarizaciones de la sociedad, en vez de ocupar su tiempo y sus esfuerzos, en construir puentes para poder pasar al otro lado de esta realidad.

Sobran los pregoneros del apocalipsis y los falsos líderes que alimentan con ávida saña la crítica destructiva e inmisericorde. Esos que nunca aportan nada bueno, pero que si están a la orden del día para manipular conciencias y generar protestas irracionales, en estos momentos tan difíciles de nuestra historia.

Nadie se imaginaba que el encierro a veces desesperante y la distancia social que lacera el alma, podrían ser quizá las únicas soluciones a esta crisis que estamos viviendo, a pesar de los efectos colaterales que están causando en todos los órdenes. Por estas y tantas otras razones, la realidad nos obliga a actuar unidos, sin dejarnos perturbar por aquellos que ya se han rendido sin comenzar a luchar.

A veces lo que necesitamos, es solo un abrazo para seguir adelante.

Libardo Álvarez Lopera
Rector