Reflexiones desde Rectoría: Manipulados por oportunistas y populistas

Y de esos especímenes estamos minados los colombianos por todos los flancos. Día y noche disparan dardos llenos de veneno sin darle tregua a la sociedad, manipulan a su antojo opiniones y decisiones de las personas, imponen sus ideologías como verdades absolutas y luego no tienen el coraje de responder por sus actos, porque todo lo desvanecen con cortinas de humo.

Cada segundo que pasa nos contaminan más con sus odios, cada declaración aumenta el nivel de polarización, cada noticia nos aleja del optimismo necesario para vivir tranquilos. Es como si estos personajes malhadados quisieran apabullarnos y someternos a su imperio del miedo y la desesperanza, para que una vez nos logren arrinconar, puedan disponer a su libre albedrío del presente y el futuro de nuestro país.

Con su dialéctica confusa pero convincente, nos quieren hacer creer que el camino que nos pretenden trazar es el ideal. No escatiman señalamientos, prejuicios, condenas y diatribas contra nada ni nadie que les sea contrario a sus propósitos. A veces parecen unirse y en otras oportunidades distanciarse. Todo está fríamente calculado para torcer el destino de la libertad y el orden.

Los colectivos sociales, a los que les asiste todo el derecho de manifestarse con contundencia y de manera civilizada, están siendo instrumentalizados. Les están tergiversando su propósito de buscar la reivindicación de sus derechos y los están ubicando en el frente de la línea de batalla de una guerra sin cuartel contra la institucionalidad del país. El diálogo pacífico y productivo ya no es el objetivo, ahora el plan, es imponer el sometimiento y la humillación de las autoridades legítimamente constituidas, para lapidarlas en la plaza pública y reclamar los réditos de una protesta politizada.

Los oportunistas de hoy quieren sacarle todo el provecho a este diálogo de sordos. Son los mismos que han ocupado la alta dirección del Estado y han trasegado por todos los organismos de poder –legislativo, ejecutivo y judicial- reformando las instituciones a la medida de sus intereses personales y gremiales. ¿Podrá esperarse de estos camaleones de la política una reforma seria del Estado?

Los populistas que se mueven entre el concepto de un pueblo virtuoso frente a una élite corrupta, pretenden decirnos de una forma oscura y confusa que muchas cosas hay que reformarlas. Que hay que provocar una cascada de cambios en el sistema judicial, en la forma de censurar a los gobernantes, en la economía, la productividad, en el régimen pensional y laboral; en fin, en una cantidad indeterminada de temas, en donde por ningún lado aparece la educación.

La semana pasada el Papa Francisco pidió a la humanidad que se escuche “el grito de las nuevas generaciones” y se firme un nuevo “pacto educativo mundial” ante un mundo azotado por la crisis sanitaria, económica y educativa. El Pontífice resaltó “el poder transformador de la educación para una nueva cultura.”

Seguramente a los oportunistas y populistas de Colombia esa reforma les importa poco, quizá es un riesgo que no están dispuestos a enfrentar. Para ellos es más rentable seguir bajo un modelo obsoleto de educación, que arriesgarse a formar ciudadanos con verdadero sentido crítico, con criterio social y con herramientas adecuadas para discernir entre lo que le conviene a la sociedad y los intereses que representan los ídolos de barro que hoy en día manipulan a la opinión pública, a través de la masificación de sus mensajes por los medios tradicionales de comunicación o por las redes sociales.

Si como ciudadanos asumimos el rol de convidados de piedra en esta dramática realidad que vivimos, nos convertiremos en idiotas útiles de una casta de inescrupulosos que sin talento para hacer el bien, pero con gran habilidad para mantener encendida la hoguera, nos llevarán a un desastre social descomunal. El cantautor argentino Facundo Cabral decía: “La sociedad humana está tan mal por las fechorías de los malos, como por el silencio cómplice de los buenos.”

Libardo Álvarez Lopera
Rector