Reflexiones desde Rectoría: La plata para la educación es sagrada

Esta crisis que vivimos, provocada por la pandemia del Covid-19, nos ha puesto a repensar las dinámicas individuales y sociales que cotidianamente poníamos en práctica, y nos ha obligado a priorizar lo urgente frente a lo importante.

Durante esta última semana me ha correspondido como rector del “POLI”, presidir actos virtuales de grado, donde a través de una multipantalla se pueden observar familias completas acompañando a uno de sus miembros en este momento tan trascendental de su vida. He visto madres y padres llenos de orgullo y con lágrimas en sus ojos, porque saben que están presenciando el culmen de un esfuerzo colectivo.

Son inimaginables los sacrificios propios o los que ha hecho el conglomerado familiar, para subir este peldaño en la larga escalera de la vida. No han escatimado esfuerzo alguno para alcanzar sus sueños. No han sabido ser cicateros con sus menguados recursos, para invertirlos en una formación que garantice un futuro más estable.

Todos estos egresados que orgullosamente el “POLI” le entrega a la sociedad, han sabido valorar en la justa medida su proceso de formación. Dan ejemplo con tantas privaciones, que vale la pena sacrificar comodidades y placeres, para poder sostener sus estudios y afianzar el mañana..

Mientras tanto, seguimos esperando la decisión definitiva de las altas esferas gubernamentales que faltan, para que la matrícula, por lo menos este segundo semestre del 2020, sea gratuita para todos los estudiantes de las IES del departamento de Antioquia.

Es indecente, por decir lo menos, pensar en recortar presupuestos destinados a la formación de la nueva generación de líderes que necesita nuestro país. No es poniendo trabas para desembolsar los dineros prometidos o dándole largas a una decisión fundamental, como se construye el futuro de nuestra nación.

Todos tenemos que entender que ante la espantosa crisis económica que agobia a una inmensa mayoría de colombianos, es urgente tener prioridades en la inversión pública. La educación es la base fundamental del desarrollo de los pueblos y por ende uno de los primeros renglones de la economía que debe ser intocable. No se cuadra caja, restándole ayudas a quienes hoy más lo necesitan. La educación es básica para la supervivencia del ser humano.

No es un asistencialismo eterno el que estamos exigiendo para nuestros estudiantes, la mayoría de ellos pertenecientes a los estratos de menores recursos de la sociedad. Es el auxilio entregado en el momento oportuno por todos los estamentos gubernamentales, a quienes han visto arrasados sus ingresos, en medio de una de las recesiones más drásticas que vive la humanidad, quizá comparable con las épocas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Tengo que reconocer que el Gobierno Nacional, la Alcaldía de Medellín a través de las becas Sapiencia y la Gobernación de Antioquia con unos condicionamientos, ya han hecho aportes importantes para lograr la matrícula cero en el semestre 2020-2. Pero aún nos falta cubrir un porcentaje considerable de nuestra población estudiantil, que está en todo el derecho de aspirar a estos beneficios.

Seguimos esperando la respuesta de los municipios certificados, para que apoyen a los estudiantes que provienen de ellos y que estudian en las Instituciones de Educación Superior de la órbita departamental. En esta bolsa común requerimos de todos. Estos dineros no son para las universidades, son directamente para que los estudiantes paguen su matrícula y cursen con relativa tranquilidad este próximo semestre que está por comenzar.

Me llena de profundo optimismo por la vida, el momento en el que recibimos de un grupo de estudiantes de otras universidades, varias becas para alumnos del “POLI”, producto de dineros recogidos por ellos mismos. Con ese gesto lleno de solidaridad y altruismo, los mismos jóvenes nos trazan la ruta a los dirigentes y a todos los ciudadanos de bien.

No se nos puede olvidar que: “El precio de la educación se paga una vez y que el precio de la ignorancia se paga toda la vida.”

Libardo Álvarez Lopera
Rector