Reflexiones desde Rectoría: El CORONAVIRUS que pone a prueba nuestra disciplina

La pandemia del Coronavirus nos ha puesto a prueba a todos. Seguramente nos medirá la capacidad que tenemos de reaccionar, prevenir y atender una realidad que está rondándonos. Pero la principal prueba a la que nos someterá el COVID-19, será la de la disciplina, ese comportamiento tan escaso en nuestra sociedad.

La mayoría de los seres humanos no creemos en las cosas hasta que nos pasan. Todo lo malo nos parece lejano y solo tomamos conciencia de la realidad, cuando esta nos invade. Muchas veces cuando ya no queda nada por hacer. Pese a ese tsunami informativo, que día y noche nos habla de la existencia de esta enfermedad, de sus efectos y de sus cuidados, solo hasta ahora, cuando ha desembarcado en nuestro entorno, se encienden las alarmas y nos convencemos que el riesgo es de todos.

Mucho se repiten las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y de los epidemiólogos, en torno del lavado de manos, el contacto directo entre las personas, el estrechar de manos, los besos y caricias, la presencia en aglomeraciones de gente, la necesidad de cancelar eventos masivos. Y sin embargo la inteligencia de muchos se pone a prueba, cuando desoyen sistemáticamente los llamados que solo buscan cuidarnos hasta donde sea posible de ese virus que apareció por primera vez en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019.

Nadie puede darse el lujo de pasar de largo sobre los hechos reales que nos hablan de centenares de muertos, miles de infectados y probablemente millones de portadores en un futuro próximo. Es el momento preciso para que nuestra autodisciplina se active y tomemos todas las precauciones necesarias, sin entrar en el pánico desbordado y frenético que muchos han adoptado, como presas ingenuas de la irresponsabilidad de quienes propagan alocadamente noticias falsas sobre este delicado tema.

No podemos ser los idiotas útiles de alarmistas irresponsables, que sin ningún tipo de información científica, técnica u oficial, presagian el Apocalipsis. Este no es el Armagedón de la humanidad, es una prueba más para la raza humana, que nos muestra lo frágiles que somos, sobre todo cuando con un completo desparpajo asumimos las recomendaciones que se hacen por nuestro propio bien.

Todos estamos obligados a saber sobre el tema. La literatura médica nos habla que “el Coranavirus es una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio y el síndrome respiratorio agudo severo”.

Los síntomas más comunes de la COVID-19, son fiebre, cansancio y tos seca. Algunos pacientes pueden presentar dolores, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta o diarrea. Estos síntomas suelen ser leves y aparecen de forma gradual.

Esta pandemia no es una de las diez plagas de las que habla el Antiguo Testamento, ni la Torá, mandadas por Dios para obligar al soberano de Egipto para que dejara partir a los Hebreos de esa tierra. Pero tampoco es un simple resfriado que se puede pasear por todas partes y al que se le contempla con un medicamento auto-formulado.

La disciplina es un conjunto de normas cuyo cumplimiento de manera constante, conducen a un cierto resultado. Están servidas sobre la mesa de la sociedad las normas, falta cumplirlas para lograr el resultado. Solo si nos unimos como sociedad, será posible superar este nuevo reto que nos pone la vida.

“La vida es un reto: vive, siente, ama, ríe, llora, juega, gana, pierde, tropieza, pero siempre levántate".

Libardo Álvarez Lopera
Rector